viernes, 24 de enero de 2014

“Educar es convertir a alguien en persona” (Enrique Rojas)

“Educar es convertir a alguien en persona”

(Enrique Rojas, Catedrático de Psiquiatría y Psicología Médica y director del Instituto Español de Investigaciones Psiquiátricas de Madrid)

—Tres consejos para la educación: no te rindas, es el título de su conferencia del próximo lunes. ¿Cuáles son?
—Cómo educar los sentimientos, la inteligencia y la voluntad. Educar los sentimientos es conseguir que una persona tenga una afectividad estable; aprender que el amor es el primer argumento de la vida y que no hay felicidad sin amor y no hay amor sin renuncia. En cuanto a la educación de la inteligencia, es enseñar a la gente la importancia de la lectura, del desarrollo de los instrumentos de la razón y de la lógica de saber distinguir lo que es accesorio de lo fundamental.
—¿Y la educación de la voluntad?
—Es la joya de la corona de la conducta. Significa enseñar a que las personas no se abandonen, sino que trabajen su proyecto con laboriosidad.
—¿Piensa que estos conceptos están dentro de la sociedad?
—Educar es convertir a alguien en persona, es seducir por encantamiento y ejemplaridad; educar es enseñarle al hombre lo que es la vida. Esta última definición implica dos notas: qué es el hombre y qué es la vida. El hombre es un ser racional, el único ser vivo capaz de decir no a los sentimientos. Y la vida es el principal argumento de cada uno de nosotros. Y la vida tiene en su seno cuatro grandes notas: amor, trabajo, cultura y amistad.
—En casa siempre me dijeron mis padres que con educación se va a todas partes...
—¡Qué bonita frase! Es toda una tradición andaluza y española. La palabra educación tiene dos etimologías muy interesantes: educare, que en latín significa extraer o sacar fuera, y educere, de latín moderno, que significa acompañar. Por lo tanto, educar es entusiasmar con los valores.
—¿Qué entiende la sociedad por educación?
—De entrada, entiende norma de urbanidad. Es, además, la ética y la estética. La ética es el arte de usar de forma correcta la libertad. Y la estética, la capacidad para descubrir la belleza que hay a nuestro alrededor.
—¿Y cree que en esta sociedad en que vivimos esa ética y estética están presentes?
—No. El gran escándalo de la sociedad actual es la perfección de los medios y la confusión de los fines. Nunca el ser humano había sabido tanto de todo y al mismo tiempo nunca había estado tan perdido. Eso es un escándalo, porque los jóvenes están perdidos.
—¿Y qué me puede decir de las crisis conyugales?
—El amor conyugal se ha convertido en un deporte de alto riesgo, como el parapente, porque tiene un alto porcentaje de artesanía psicológica y de renuncia. Hay mucha prisa por llegar, pero no sabemos a dónde. La felicidad es el resultado de un proyecto de vida.
—Pero la felicidad, tal y como se entiende ahora mismo, es matizable. ¿Con qué piensa que el hombre actual es feliz?
—El hombre de esta sociedad es feliz con tres cosas: bienestar, nivel de vida y seguridad.
—¿Y no es la felicidad algo más que eso?
—La felicidad está por encima de esas tres cosas que hoy demanda la sociedad. Consiste en hacer algo que merece la pena, algo grande cada uno según posibilidades y situación.
—Pero todos tendemos a fijarnos en la persona que tenemos a nuestro lado y, claro, surgen las comparaciones.
—Uno de los errores que cometemos con frecuencia es mirar la vida ajena. Y esto produce reacciones de envidia, que no es otra cosa que tristeza ante el bien ajeno.
—¿Y cómo evitaríamos la envidia?
—Mirando más la vida propia que la del otro. Y si uno siente recelo de que el otro tiene más cosas en positivo, intentar la emulación.
—Dígame entonces, si es posible, una definición de la felicidad en pocas palabras.
—La felicidad consiste en tener buena salud y mala memoria, es decir, capacidad para olvidar las cosas malas del pasado.
—¿Hacia dónde camina esta sociedad en cuestión de educación?
—Los siglos XV y XVI son los siglos de la poesía; el XVII, el del teatro; el siglo XVIII es la Ilustración, la entronización de la razón. El siglo XIX es el del Romanticismo y tiene en la novela sus principales educadores. El siglo XX es el del Periodismo y el cine. El siglo XXI, por el momento, es el de las redes sociales. Todo está interconectado. Todo tiene que ver con todo, lo cual responde a la tesis de McLuhan de que estamos en un mundo global.
«No hay crisis de la familia, sino de la persona»
Enrique Rojas presentó, hace un mes, el nuevo suplemento «ABC familia», algo que considera «un honor», a la par que precisa, al referirse a ésta, que «no hay una crisis de la familia, sino una crisis de la persona. En la sociedad actual se han ido creando personas más débiles, más endebles y menos sólidas. En consecuencia, la familia pierde apoyo porque no hay solidez en lo fundamental. Ante esto hay que conseguir que el edificio no se derrumbe, sino que esté con una arquitectura sólida: solidez de los sentimientos, de la inteligencia y de la voluntad».



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